El ministro del interior recibe protección policial tras sufrir un ataque homófobo. Clara Bredy
Y... No pasa nada.
Jueves 17 de octubre. Universidad de Navarra.
Los atacantes: alumnos de la Universidad privada de Navarra.
Desde mi punto de vista, el avance exponencial del acoso a los derechos fundamentales, que se da en nuestro país, acompañado de las escasas consecuencias para las estrategias golpistas ultraconservadoras, que arrasan con los derechos humanos e incrementan la violencia extrema, ha metastatizado el cuerpo social de una manera fulminante.
Uso este término, metastatizado, porque pudo atajarse el tumor primario, para proteger los derechos democráticos, aplicando la ley de partidos a Vox, e impidiendo su legalización, e irresponsablemente, no se hizo. Quienes debían habernos protegido, no lo hicieron.
Y el tumor del odio se ha expandido como una hydra en todo el cuerpo social llegando a violentar sin pudor alguno, a quien representa la máxima autoridad del Estado de Derecho, en materia de protección y defensa de los derechos fundamentales en el Estado Español, el Ministro del Interior. Y no es baladí que los ataques vengan de los cachorros universitarios de la ultraderecha.
Los centros educativos públicos y privados en los que se conforman las mentes del alumnado entre 14 y 18 años, así como, algunas cátedras de Universidades, tanto públicas como privadas, están infestadas de representantes políticos de opciones que denigran y excluyen en sus soflamas a la población LGTB, racializada, migrante, etc... Aunque en algunos casos, inicialmente mantengan, hábilmente un perfil bajo en algunos centros públicos de enseñanza, como el caso del IES de mi pueblo , que tiene a un concejal de Vox de otro municipio al frente, ni más ni menos, de asignaturas del área de Filosofía. Es absolutamente intolerable que quien representa políticamente la oposición a los valores de ciudadanía, la negación de la violencia de género, de los derechos humanos, etc... pueda tener a su cargo a un alumnado que necesita entrenamiento en valores democráticos. Y obviamente, la ley aquí está lejos de la justicia. Aunque tengan el derecho de acceder a dar clase, no debe considerarse un asunto menor, que lo que representan va contra los derechos constitucionales, y eso, es muy relevante.
El que se permitiera irresponsablemente, la entrada del fascismo en las instituciones y la normalización y blanqueamiento en la vida pública, no exime de responsabilidad a quienes en la comunidad educativa se encuentran con el desafío de un fascista con poder sobre la mente en formación del alumnado. Me refiero al profesorado y a las familias. Se hace imprescindible un activismo antifascista (otra vez...) y, por supuesto que es nuestra responsabilidad. No es ninguna cuestión superficial, y la normalización, es suicida.
Como abuela que en unos días entrará en su año número 70 y que no quiere recordar lo que el fascismo le hizo, les hago un ruego, instándoles, a un compromiso urgente y firme para frenar este cáncer de los enemigos de la democracia, que como dije en mi anterior artículo, NO es el voto.
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