ABRAZAR LA VEJEZ. Clara Bredy

Tras darle un par de vueltas, hace algunos meses, decidí escribir sobre este tema a raíz de una anécdota con mi nieta, que desde los 6 años, afirma sin dudarlo, que "ser vieja es malo" . Me ha llevado tiempo y astucia intentar que su visión se amplíe, y lo vea de otro modo, pero es sumamente difícil, aunque mi empeño se mantiene. 

A pesar de que en los últimos tiempos, también algunos hombres han entrado en la línea de negacion de la vejez, me ocuparé aquí de este asunto, orientado a cómo lo vivimos las mujeres mayores. La razón estriba, en que en nuestras sociedades occidentales, la clave del reconocimiento social, y por tanto del capital social para nosotras, ha sido y es, nuestra apariencia física. Nuestros atributos intelectuales son en general un complemento, para algunos innecesario, cuando no molesto o inconveniente. 

Es frecuente, que con la mejor intención, se considere un halago hacia una mujer que está envejeciendo, decirle " ¡Que joven estás!".
Si le damos la vuelta, un poquito nada más a este "halago", nos encontramos con la negación del camino en el que estamos, si es que estamos vivas, es decir: estamos envejeciendo. 

La negación de la vejez, es el trasfondo de esa, bien intencionada, alusión a la juventud. 

Y lo vivimos como una sentencia, no de vida, sino de muerte. Con miedo y angustia. Y aquí me refiero a una vejez con relativa salud o al menos sin un deterioro físico y o cognitivo incapacitante. 

Por tanto, me refiero sobre todo, a nuestra apariencia física y también a nuestra realidad psicológica ante nosotras mismas y los demás, mientras transitamos el camino de la vida y en ella, la última etapa, cada vez más larga y tremendamente interesante, la de la vejez. Donde asumir una vida más lenta, sin presión, con una elegancia y una sabiduría propias de una mujer que no es joven, nos puede otorgar una existencia más armónica y feliz. 

A veces, nos descubrimos ante el espejo, enfrentadas a la imagen que nos devuelve de nosotras, de nuestro cuerpo, y en la que nos resistimos a reconocernos. En ocasiones nos miramos con poca luz, buscando la que fuimos, o recogemos un poco la piel a ver si volvemos a ver lo que hace poco tiempo, o no tan poco, veíamos y ahora no encontramos. Pero no, nuestro cuerpo es otro y lo cierto es que ese "otro" seguirá siendo nuestro, seguirá cambiando mientras nos asomamos a él tímidamente, llenas de miedo. 

Miedo a lo desconocido y socialmente negado, miedo a ser viejas para estar vivas. Miedo a vivir, siendo viejas. Miedo a dejar de existir en el deseo de otras personas y cómo no, a la imposibilidad de aceptar ser deseables siendo viejas, aunque sigamos deseando y teniendo sensaciones placenteras en todo nuestro viejo y sensible cuerpo. Hace falta mucho coraje para transitar este ramillete de miedos. 

Si de repente, por arte de magia, tuviéramos un cuerpo normativamente deseable, como el que una vez fue el nuestro, quizás todas estaríamos encantadas. Y es que desgraciadamente, el capital social de las mujeres ha sido siempre la apariencia física de su cuerpo. A través de esa apariencia, se emiten toda clase de juicios y aseveraciones. Y ahí estamos perdidas, si jugamos a ese juego, perdemos siempre. Perdemos el poder sobre nosotras y nuestra dignidad. 

Aceptamos que, envejecer con verdad, nos vuelva socialmente invisibles. 

Estamos además, faltas de recursos para descubrir, reconducir y componer de nuevo, el tablero de ajedrez que es el increíble y rico mundo del deseo, en este cuerpo cambiante y con un nuevo escenario que nos pilla casi por sorpresa, con hábitos de otro tiempo que ahora no nos sirven. Y que además, nos pliegan a negarnos como mujeres deseosas y sintientes que estamos envejeciendo, en muchos casos sin el conocimiento de otras vías para nuestro placer y la satisfacción de nuestro legítimo deseo. Al que por cierto, también se estigmatiza, por sentirlo en la vejez. Y teniendo que lidiar en ocasiones, en los encuentros íntimos con los hombres, con el desconcierto de esta nueva realidad en la expresión y práctica de nuestro deseo, que no entienden o no aceptan. 
Para las mujeres, el envejecimiento ensancha y amplía la exploración del placer sensual, y abre un abanico de opciones que reduce la práctica convencional en los encuentros íntimos hetetosexuales. Es un mundo lleno de estrellitas luminosas, en un inmenso cielo que merece la pena explorar, solas o en compañía. 

Volviendo a la exclusión vital en la vejez, el mensaje es claro: para seguir en el camino hay que retroceder en la vida. Toda una batería de publicidad "antiedad" y "antienvejecimiento" lo corrobora y nos esclaviza. O su equivalente: "envejece activamente" y no pares de hacer cosas". Además hazlo público para que se vea que estás "a tope, activa, joven.." (que parezca, como que no envejeces) 

Dicho de otro modo: si quieres ser aceptada por ti y por el resto, no envejezcas, convierte tu vida en un vacío sin años que cumplir. Y si los cumples, que no se note. En una lucha constante contra la vida, y sin opción a ser dignamente vieja y feliz. Contradicción social que nos aboca a morir. 
Algo así como: "Antes muerta que sencilla".... y vieja

Nos negamos a mirarnos para no tener que vernos. 
Nos negamos a mirarnos para no aceptar el inexorable paso del tiempo en nuestro cuerpo cuando vamos teniendo la suerte de vivir, de cumplir años, de envejecer.

Y por cierto, eso de que "la arruga es bella", me parece el colmo de la hipocresía. Para mi, las arrugas no son bellas, todo lo que las acoge sí. Ahora bien, no me parecen bellas, pero son mías, soy yo en el transcurso de mi tiempo, del que me siento orgullosa.

A lo largo de los años, muchos años, nosotras nos hemos reivindicado, como mujeres con derechos inalienables de autonomía de la voluntad en nuestras decisiones personales, económicas, sexuales, etc. Eso ya no es negociable. Pues bien, ahora se trata de interiorizar que todos esos derechos también son nuestros en la vejez. Nos asisten como mujeres viejas y libres de esclavitudes impuestas y a veces asumidas. 

No digo que sea fácil, pero estoy convencida de que en nosotras está reflexionar y tener la valentía de encontrar la riqueza y la belleza en nosotras de esta etapa de nuestra vida, para recuperar la dignidad perdida y Abrazar la Vejez.

Comentarios

  1. 👏👏👏👏👏😘😘😘

    ResponderEliminar
  2. Gracias Clara!! Como siempre me emocionas y me llegas al corazón.

    ResponderEliminar
  3. Que maravilla de reflexión inteligente y fundamentada

    ResponderEliminar
  4. De una lucidez brillante, como siempre, pero este especialmente me ha encantado 💜💜💜

    ResponderEliminar
  5. Muy buena reflexión !! 💜💜💜💜

    ResponderEliminar
  6. Pura verdad. Un retrato positivo y sincero de lo que sentimos: "que parezca que no énvejecemos"😊

    ResponderEliminar
  7. Una reflexión maravillosa!!!.Las arrugas son signo de haber vivido.Muchas gracias.Un abrazo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

FUEGO y FALTA DE PUDOR. Clara Bredy

EL ELEFANTE EN MI SILLÓN. Clara Bredy