Los grandes medios de comunicación contribuyendo a liquidar la Democracia. . Clara Bredy

      Decía el poeta "Si se calla el cantor, calla vida". Si la prensa deja de cantar la verdad sin falacias, para proteger la vida, muere el sentido del periodismo y  también parte de nosotr@s. 
Así de fundamentales son  l@s periodistas que respetan su razón de ser: ejercer su profesión con respeto  y dignidad.

Quiero dedicar estas notas a periodistas como Antonio Maestre, que a pesar de las amenazas de muerte y el horror al que el fascismo le somete cada día en nuestro país, lucha y sigue en pie por mantener la Dignidad del Periodismo. Para ell@s mi solidaridad, mi afecto y mi confianza.

Europa entera incluido el Parlamento europeo, a través de sus instituciones aísla al fascismo impidiendo establecer ningún tipo de pactos o alianzas.
España es la excepción. Y esto es gracias al partido popular, del que no hay más que indagar un poco para ver que su nostalgia franquista sigue en pie en su núcleo duro. En los orígenes de algunas de sus empresas, en el disfrute ilegítimo de propiedades robadas a l@s republicanos. En sus esperpénticos títulos nobiliarios otorgados por Franco, con los que alguien aún firma en las ocasiones importantes. Y en su empeño en que las personas desaparecidas, asesinadas por el franquismo escondidas en fosas comunes y cementerios, no aparezcan jamás.

Me pregunto si algo de esto tendrá que ver con que en España nunca se derrotó formalmente la dictadura. El fascismo siguió en pie, cambiando de denominación partidista o de organización, practicando con pieles de cordero de diferentes formas y colores, a la espera de mejores tiempos. Y esos tiempos tomaron forma en las últimas elecciones, cuando entraron en el templo de la democracia, el Parlamento español, como un elefante en una cacharrería.
Hay que recordar que el dictador simplemente se murió. Pero no lo enterraron boca abajo, no lo escondieron ni fue un escarnio democrático que fuera objeto de culto y homenajes. A día de hoy que a nadie se le escape que está siendo extremadamente complicado algo tan simple como cambiar los nombres de las calles de militares franquistas, y que una vez modificadas por nombres de demócratas numerosos ayuntamientos gobernados por la derecha restituyen los nombres franquistas. ¿Alguien se imagina un esperpento similar en cualquier otro país víctima del fascismo o el nazismo? Pues lo dicho, en España no se acabó con el fascismo, se negoció con él.

Se pactó una componenda con los franquistas basada más en el miedo al ejército y su crueldad que en otra cosa. Y es que realmente teníamos miedo, mucho miedo. Y lo que ocurrió es que cuando pasó el miedo tras el 23 F prevaleció el pensamiento mágico. Como si el fascismo en vez de estar hibernando, estuviera muerto. Entretanto, a pesar de todo el tiempo que tuvimos gobiernos socialistas, ninguno de ellos hasta que llegó Aznar, se ocupó con valentía de abordar este asunto. Y me da a mi que sí que hubo tiempo pero no hubo determinación. Y a pesar de que en España ni siquiera se permitió a los asesinados por el franquismo enterrar a sus muertos, gracias a la presión de los poderes fácticos, que lo seguían siendo, muchos se empeñaron en que el fascismo y el franquismo eran una antigualla que ya a nadie le interesaba. 

Aún hoy siguen pidiendo a los familiares de los asesinados, que no hablen del tema, que deben "pasar página". Página sobre los más de ciento trece mil desaparecidos a manos de quienes son inspiración de la ultraderecha y de no pocos populares.
Hace unos días lo volvieron a hacer. Ayuso en pleno parlamento de la Comunidad de Madrid, niñita mimada de Aznar y Esperanza hablaba de su abuelito que "nunca le habló de guerras en España ni de esas cosas feas" (obviamente no lo habían asesinado y supongo que si su abuelito ha muerto ella sabrá dónde está enterrado).

Tras este largo repaso, hay algo que en estos momentos me preocupa mucho más. 
Me refiero a la visibilidad que la mayoría de la prensa en España, otorga al fascismo, en un país cuyas Instituciones le han permitido ocupar un amplio espacio a través del cual amenazar, y normalizar el modelo totalitario de ejercicio de la política, dentro y fuera de las instituciones, creando una especie de ciénaga en lo más profundo de nuestro imperfecto sistema democrático. 

En su momento el gobierno de turno no  impidió,  a través de la ley de partidos ( en cuyo articulado cabía está medida) la inexistencia legal del partido que arropa y alimenta a la ultraderecha en España y que pactando  con los populares, mientras  se financian  y asesoran por las más ultras de las corporaciones que están al margen del control político, dentro y fuera de España, han conseguido un crecimiento exponencial de su base social. Impedir que el partido en cuestión sembrara España de odio podía haberse hecho, pero ninguna institución del Estado lo intentó y  a esa parte de la sociedad civil movilizada, que como medida de "salud pública" para que no infectaran el cuerpo social, clamaba por ello, no se nos tuvo en cuenta.
Y está claro, que de aquella polvareda...este lodazal. Y ahora se rasgan las vestiduras como si no tuvieran responsabilidad alguna. 
El gobierno de España  podía al menos haber hecho algo similar a lo que hizo Alemania con la apología del nazismo, entendiendo como delito la apología del francofascismo. Tampoco se hizo.
Mientras tanto la  violenta amalgama de odio ha tomado sitio no solo en la calle y en las plazas sino irrumpiendo violentamente en algunos ayuntamientos, amenazando dentro y fuera de las escuelas,  y en todos los lugares donde debe prevalecer la innegociable paz que solo da el respeto. Y esto no se ataja con medidas policiales sino con prevención (que no se hizo) para que no ocurra y con educación.

Ahora nos toca vivir con miedo. Confieso que lo tengo, con motivos para ello. Las agresiones racistas, homófobas, y de odio a quien es o piensa diferente al que vive en ese odio que el fascismo alimenta cada día, por mucho que la ley las persiga, nadie te las quita de encima una vez las has sufrido. Nadie te cura los efectos de la violencia recibida o en el peor de los casos de la vida pérdida a manos del odio. 
Ahora nos toca cargar con el tsunami de descontrol e impunidad en no pocos casos, con que se mueven los movimientos fascistas de masas movidos por todos los objetos de odio que sean capaces de albergar.
Parece mentira lo pronto que hemos olvidado cómo de fraguó el ascenso del fascismo en la Europa de los años 30, o la rapidez del ascenso del fascismo en Estados Unidos que en los pocos años que lleva Trump en la escena política ha echado por tierra décadas de contención al menos en las formas. Y la rápida descomposición que se está produciendo en la sociedad estadounidense es algo nunca antes visto.
El fascismo se sirven de cualquier elemento que suponga gasolina para odiar. Del negacionismo a la  juventud frustrada. Todo vale si se puede gestionar desde las tripas. Y para esto no hay cura. Solo vale la prevención.

Y de nuevo, los grandes medios de comunicación de masas. 
A qué se han dedicado en los últimos cuatro años. Pues aunque parezca increíble, en este escenario, periodistas veteranos, que en otros tiempos más difíciles políticamente, nos servían como cordón sanitario de la infamia y la mentira, protegiendo a la ciudadanía, se han plegado a lo peor. Y los menos veteranos, con precarización e inestabilidad pues... tendrán que contar la verdad en su casa, o no saldrán ben la foto.
Y es que la prensa era el Cuarto Poder. Ahora parecen parte del poder y sus más nefastas falacias. Y salvo honrosas excepciones, muchos, demasiados periodistas matan la profesión y no ejercen su libertad de expresión ni de prensa, dentro (o fuera) de los grandes medios. 

Ahora, acercan su micrófono dando voz a la mentira, al odio y a la infamia del fascismo, entrevistando a los portadores del virus más letal del sistema democrático. Desgraciadamente sin el más mínimo criterio de protección hacia una sociedad que confiaba en ellos, y ahora les temen por su complicidad.
Y es que la práctica totalidad de los medios de gran alcance, poder económico y  peso social específico, están poniendo una bomba sobre su tejado y sobre nuestras vidas.

Muere la Democracia a fuego lento, fascistas con ropajes atractivos nutriéndose del desencanto y la angustia. Periodistas que perdieron el poder de la palabra honesta y decente. Y a millones va por la calle la buena gente que se busca la vida como puede y cree que todo esto no tiene que ver con ellos porque....aquí al final todos son iguales y nunca pasa nada.

Mientras tanto,  esto dice Antonio Maestre:
"La democracia muere en un corrillo de periodistas a un fascista"

Comentarios

  1. Acertadísimo. Tan real como la vida misma. Es difícil añadir algo cuando se expresa todo con la claridad necesaria. ¿Cómo no sentir miedo si se conocen los antecedentes?. Gracias por tan veraz exposicón.

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