Adicta a la Esperanza. Clara Bredy
Cuando imagino la sensación de plenitud, me viene a la memoria aquella imagen radiante del amanecer en la isla de Margarita, en aquella infinita playa del Agua, cuando hace ya 60 años, corría en busca de las señoras que llegaban con sus empanadas de cazón calentitas. Luego me sentaría en el pantalán, a devorarlas. Para mí aquello era un sueño que se hacía realidad cada verano. Eso era ser feliz. Me tranquiliza saber que esa imagen está en mi memoria como el primer día. Asidero de que esa sensación placentera, llena de fuerza y cómo no, de nostalgia, me sigue acompañando. A medida que nuestro bienestar emocional se vuelve lastimosamente dependiente, de una urgencia hambrienta de momentos felices, ahora que el mundo que conociamos y nos daba soporte y esperanza parece desmoronarse, me inclino cada vez más a considerar que, es una fantasía tramposa hacer que nuestras vidas giren en torno a la obsesion por la felicidad. Constato que, no es la armonía y el que nuestras vidas cob...